Siempre me acuerdo de una compañera del cole de la que huíamos corriendo cada vez que se acercaba.
Y no olía mal, ni te pegaba, ni te quitaba el bocadillo …. era mucho peor
Como un día te pillase despistada y no te percatases de su presencia, ya estabas perdida
Era peor que una tortura china (no lo conozco pero así es el refrán)
La pobre muchacha se dedicaba a contarle a todo aquél a quien pillaba despistado todas sus penurias.
Y lo peor de todo es que cada día la línea argumental era la misma, que si sus padres la castigaban por nada, que si su hermana le tenía envidia y le rompía su ropa, que si …, que si …, que si … ¿me entiendes ahora por qué te digo que era una tortura?
Te aseguro que estaba justificado salir corriendo cuando la detectabas.
Y ya estarás pensando qué te importa a ti la historia de mi amiga “la pesada.”
Pues mucho, te importa mucho, muchísimo
¿Quieres saber por qué deberías seguir leyendo?
Porque tú haces lo mismo.
Sí, te lo afirmo sin conocerte.
Te explico, no tengo una bola de cristal pero te garantizo que es verdad.
Analicemos
¿Cuántas veces al día te cuentas las mismas historias de terror “a ti misma”?
Los estudios dicen que tienes alrededor (tú y todos claro está) de 60.000 pensamientos al día pero …
que el 80% de ellos son los mismos del día anterior.
¿Me entiendes ahora? Tenemos a nuestro cerebro aburrido, lo raro es que no salga corriendo como hacía yo cuando veía a mi amiga.
Pero vamos a ir un paso más allá.
Ya no sólo es todo lo que te cuentas, una y otra vez como el hámster en la rueda, es la forma en que te lo cuentas.
Me explico.
Seguro que has notado que tu cuerpo reacciona de manera diferente ante la misma situación en distintos momentos (y si no lo has notado comienza a observarte, te dará mucha información sobre cómo te cuentas tus películas).
Ese es el poder del lenguaje, de las palabras que utilizamos. No somos conscientes de cómo nos condiciona la forma de expresarnos. Aquí van unos ejemplos para explicarlo mejor.
Al utilizar “debería” o “tengo que”, estoy dándole un matiz de obligación a esa acción, estoy cargando mi mochila con más piedras:
“TENGO QUE / DEBERÍA IR A COMER CON MI FAMILIA EL PRÓXIMO DOMINGO”
Observa cómo reacciona tu cuerpo ante la obligación del evento.
Vamos a hacer un cambio y verás lo que ocurre:
“ME GUSTARÍA / QUIERO IR A COMER CON MI FAMILIA EL PRÓXIMO DOMINGO”
Y ahora observa la reacción de tu corporalidad y la sensación que te produce cada uno de los pensamientos.
Es súper importante la forma en que nos hablamos, por ello deberías comenzar a prestar atención a las veces que utilizas estos comandos y cambiar las palabras para cambiar las sensaciones.
Esta es una de las herramientas que se recogen en la colección de “WELLNESS CARDS” junto con más de otras 60 diferentes, para ser capaces de no complicarnos tanto la vida.
AQUÍ PUEDES COMPRARLAS AÚN EN PROMOCIÓN
Pero aunque no las compres no te olvides de practicar, es la única manera de salir del modo “pollo sin cabeza”.
Abrazos
Yolanda