Los cambios de estación conllevan más cambios.
Cambios que has ido posponiendo hasta que el tiempo mejore,
hasta que tengas ganas,
hasta que tengas tiempo,
hasta que te tengas que poner el bañador, ….
Y el día que te pones a ello, sale todo lo que no te sirve,
que estás aburrido de ver sin que te aporte utilidad alguna,
que ocupa espacio para nada,
que ya no te representa y te hace sentir incómodo, …
Hay una Ley Universal que reza así:
“Como es adentro, es afuera”
Seguro que la has escuchado en numerosas ocasiones, pero como me ocurre a mí, no acabas de integrarla.
Me explico.
Igual que acumulamos cosas en nuestro exterior que no nos sirven o con lo que no nos identificamos, ocurre exactamente lo mismo de “puertas para adentro”.
Y no, no me refiero a las puertas de tu casa.
Me refiero a las puertas de tu mente y de tu corazón.
Y todo eso que guardas, porque siempre ha estado contigo,
porque te define,
porque sin ello no sabrías quién eres, …
todo eso te está pesando,
te está estorbando en tu proceso,
te está manteniendo parado en la línea de salida porque no te permites avanzar.
¿Sabes a qué me refiero verdad?
Desde aquí te digo, que sí se puede cambiar siempre que tú así lo decidas.
Pero ese cambio implica soltar todo aquello que te está lastrando al lugar de siempre.
Porque un cambio implica un desplazamiento,
implica ocupar otro lugar que no es en el que tu “personaje” se encuentra ahora.
Observa los “trastos” que andan en tu mente y en tu corazón desde hace tiempo.
Y deshazte de todo lo superfluo,
lo denso,
lo desagradable,
lo que te hace ser incoherente,
lo que saca lo peor de ti,
lo que no soportas ni un segundo más, …
Y quédate con lo esencial,
con lo que te representa,
lo que te hace sentir que estás viviendo,
lo que te dibuja una sonrisa en tu cara,
lo que activa tu corazón,
lo que te hace ser mejor persona, …
A veces escuchando la vida, cambia la percepción de “eso” que te ocurre y se transforma en tu mejor herramienta de cambio.